El impacto de las carreteras sobre la fauna silvestre

Las carreteras y vías férreas tienen un gran impacto sobre la fauna silvestre. En la plataforma iNaturalistMX se han registrado más de 1,200 especies víctimas de atropellamientos: 267 mamíferos, 502 aves, 438 reptiles, 71 anfibios y cientos de invertebrados en las carreteras de México. De 2012 a la fecha, por lo menos 5,834 naturalistas han contribuido con más de 20 mil fotos de animales atropellados en México.

En este inmenso obituario se encuentran especies en peligro de extinción como el jaguar, castor, oso negro, tapir, águila real y muchos más.

A medida que las carreteras y vías de tren aumentan en densidad, tamaño y tránsito su impacto ambiental también aumenta. Los corredores de transporte afectan directamente a la fauna silvestre a través del aumento de mortalidad, pero también tienen efectos sobre las poblaciones por la pérdida y transformación de hábitat, invasión de especies exóticas, y consecuencias de la fragmentación (genéticas y poblacionales), además de la contaminación.

La ciencia ciudadana, a través de iNaturalist ayuda a entender mejor este problema para proponer soluciones. En la plataforma hay proyectos sobre el tema en Guatemala, El Salvador, Honduras, Ecuador, Argentina, Bolivia, Perú, México, entre otros. Algunos están limitados a ciertos grupos de animales o a estados o provincias en Latinoamérica.

Recientemente, se publicó un artículo sobre los atropellamientos de vertebrados en Centroamérica registrados por la ciencia ciudadana entre 2017 y 2020. Los 670 registros de cadáveres de especies se hicieron gracias a la participación de 95 naturalistas en Guatemala, El Salvador y Honduras.

¿Cómo evitar los atropellamientos de fauna?

Las soluciones están en dos enfoques complementarios. El primero y más económico es modificar la conducta de los humanos. Primero, es necesario identificar cruces de vida silvestre en donde hay mayor cantidad de accidentes. Segundo, hay que reducir sustancialmente los límites de velocidad de los vehículos como se hace desde hace mucho tiempo para prevenir accidentes en los poblados donde los Homo sapiens continuamente se atraviesan. Esto se puede hacer mediante reductores de velocidad (topes) y señales indicando el inicio y el final de las zonas de riesgo y tercero, incluir el monitoreo de los accidentes con fauna silvestre y de la aplicación de la ley. En estas zonas se podrían incorporar radares de velocidad.

El segundo enfoque consiste en modificar la infraestructura de carreteras y vías férreas para reducir el número de accidentes con la fauna. Para esto se han utilizado estrategias que controlan la dispersión de la fauna, como cercados, túneles o puentes o su combinación.  Los cercados tienen que combinarse con puentes y túneles, ya que, de otra forma, impiden la dispersión de los animales.

Ambas soluciones deben implementarse particularmente en zonas en donde hay fragmentos de ecosistemas en buen estado de conservación (áreas naturales protegidas) o hábitats complementarios que han sido fragmentados por las vías de tránsito, como humedales, y otros refugios o sitios de alimentación. Se requiere un análisis del contexto del paisaje.

Estas ideas no son nuevas. Desde 1950 Francia inició la construcción de cruces de fauna. Tan solo en Holanda se han construido más de 600 estructuras con el objetivo de mejorar la conectividad biológica en los paisajes. Desde 2006, Holanda construyó un puente de fauna con 800 metros de largo y 50 metros de ancho, que pasa por arriba de una carretera de dos carriles, y de dos vías de tren con infraestructura en medio. Es un “puente verde” ya que contiene vegetación nativa para mejorar la dispersión de la fauna.

El impacto de los trenes sobre la fauna silvestre ha sido menos estudiado, pero también es substancial. Un estudio en los parques nacionales de Banff y Jasper en Canadá documentó 646 accidentes entre 1995 y 2018, incluyendo oso gris y negro, lobo, puma, alce, y venado cola blanca y bura, entre otros.

El estudio encontró que la mayoría de los accidentes se deben a la velocidad del tren, a la curvatura de la vía y a la presencia de humedales. Los dos primeros factores tienen que ver con la dificultad de detección por los animales y el último con los movimientos naturales de los animales.

Durante los pasados 10 años muchas carreteras en zonas tropicales de México se han ensanchado y los planes para continuar esta tendencia ya están desarrollados. Sin embargo, a pesar de que una de las mayores atracciones turísticas es la naturaleza de un país megadiverso, aún no se han tomado iniciativas como las mencionadas anteriormente.

En los parques nacionales de Banff, Yoho y Kootenay de Canadá en la provincia de Alberta desde 1980 se han construido 49 estructuras que permiten el paso de la fauna. Siete son grandes puentes de 50 metros de ancho por más de 60 m de largo sembrados con bosques que permiten la conectividad y la dispersión de la fauna silvestre. Tan solo para los alces, la mortalidad se redujo de 100 muertes por año a tan solo seis.

Con más de 20 años de experiencia en estos parques nacionales canadienses se ha creado una colaboración interdisciplinaria entre ecólogos, ingenieros, arquitectos de paisaje, profesionistas de transporte para desarrollar nuevas soluciones y mejorar el bienestar de la fauna silvestre. 

Actualmente, ante el desarrollo de nuevas vías de transporte (trenes) y el aumento de carriles en las carreteras en México, particularmente en regiones con mayor turismo como la Riviera maya, es indispensable tomar medidas como las arriba expuestas para disminuir el inmenso impacto sobre nuestro legado natural. La contribución de la ciencia ciudadana para documentar este problema es un gran paso.

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