El término especie viene del latín species que significa "una clase de individuos o cosas". Desde el punto de vista de la biología, el concepto de especie ha ido evolucionando a medida que entendemos un poco más la historia natural de las especies. El concepto de especie se inició con la idea de que eran entidades fijas y su descripción estuvo basada meramente en su aspecto físico.
Actualmente, la definición más difundida sobre especie, es un grupo de organismos que se reproducen naturalmente y tienen descendencia fértil. Los organismos de la especie se reconocen por sus características de forma, función y comportamiento.
La especie es considerada la unidad ecológica y evolutiva. Sin embargo, hay diferencias en la ecología dentro de una sola especie, por ejemplo, los requerimientos, hábitos e interacciones ecológicas de una sola especie cambian entre jóvenes y adultos, entre machos y hembras y particularmente en las especies que presentan metamorfosis, con cambios radicales entre las etapas de sus ciclos de vida (por ejemplo, anfibios e insectos).
A pesar de ser la definición más difundida, hay muchos organismos que no están representados en la definición, particularmente por el tema reproductivo.
Las especies no evolucionaron todas al mismo tiempo, de hecho la evolución es un proceso continuo. Cada especie está en un momento distinto de su evolución. Algunas especies con linajes recientes, es decir que se hayan separado hace poco tiempo, pueden reproducirse entre ellas y tener descendencia fértil.
Por ejemplo, el conocido grupo de los lobos, zorras y perros ha sido estudiado con detalle. Algunas de las especies se separaron hace varios millones de años, mientras que otras como lobos, perros y coyotes tienen una historia más reciente. En estas especies de historia reciente existen mayores posibilidades de hibridación. El cruzamiento entre lobos, coyotes y perros ha puesto en peligro al lobo rojo. Por el contrario aunque los perros se consideran una raza o subespecie del lobo que se domesticó hace alrededor de 20 a 30 mil años, las diferencias entre razas son tan radicales que existe aislamiento reproductivo aunque están muy cercanamente emparentadas.
Por otra parte, muchos organismos son asexuales, es decir, no requieren de pareja para reproducirse. Entre ellos encontramos pequeñines como los protozoarios, bacterias y algas diatomeas (algas unicelulares microscópicas), unos más grandes como anémonas (cnidarios) y gusanos (anélidos) que se pueden reproducir por fragmentación, hasta varias especies de vertebrados como algunas lagartijas y tiburones. Algunos más se reproducen tanto sexual como asexualmente, como los pulgones, y por supuesto una gran diversidad de plantas, que pueden reproducirse por fragmentación (esquejes, acodos, estacas, injertos), y otras formas como bulbos, estolones, rizomas, tubérculos.
Con el descubrimiento de ADN (Ácido Desoxirribonucleico), la base genética de nuestra herencia, ha habido avances, hasta el punto de que actualmente se puede identificar a las especies con una muestra de ADN, obtenida de un pelo, de la piel, y de otras partes de un organismo. Más recientemente se ha desarrollado el monitoreo con ADN ambiental, es decir, ADN que se encuentra en el suelo, en el agua, en la nieve, en el aire. A través de su análisis se puede caracterizar la composición de especies de una muestra.